Llamado a la provocación
(Texto de Violeta Barrientos Silva, reconocida poeta Peruana. Esto con respecto a los sucesos del 12 de febrero).
Claro que fue una provocación.
Que homosexuales y lesbianas se besen en el atrio de la Catedral es una provocación.
Que una mujer se desplace en minifalda a las tres de la mañana en un barrio pobre, es una provocación.
Que un peatón intente caminar sobre un crucero peatonal ante autos que se detengan como en Europa, es una provocación.
Que un político salga del closet sin que le digan "loca", es una provocación.
Que un niño con retardo mental intente asimilarse al juego de otros niños sanos, es una provocación.
Que un peruano común y corriente intente cruzar por primera vez la fronteran de un país rico es una provcación.
Que un pueblo salga a la calle a protestar contra una dictadura, es una provocación.
Es obvio que sin provocaciones, unos cuantos viviríamos en paz a costa de otros gracias a la represión.
Probablemente entonces nos diríamos, ¿quién les mandó ponerse ahí, ¿en el lugar del riesgo? Si permanecieran callados no estarían más seguros ahí en el lugar rezagado que la sociedad les asigna, pero más seguros?
Pues bien, ponerse en un lugar de riesgo es un acto de coraje, más aún si se trata de defender una causa.
Las
independencias nacionales, la conquista de derechos humanos y la lucha
contra los autoritarismos, siempre han necesitado de quienes se atrevan a
ocupar esos lugares de riesgo, justamente para que estos no sigan
existiendo, porque esos lugares de riesgo nos señalan los lugares de
opresión que someten a una parte de la población día a día y eso no lo
podemos tolerar.
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