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El MHOL se hizo presente en el Seminario Regional Católicas por el Derecho a Decidir en América Latina, organización que abre una sede en Perú, luego de estar presente en Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador, Colombia, Chile y México.
Esta es una red de organismos que lucha por los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, comprometidas con la justicia social y el cambio de patrones culturales y religiosos en la sociedad, sin renunciar a su fe.
El hecho de que se manifieste un sentir y una opinión distinta dentro de la iglesia católica es digno de resaltar. El llamarse católicas por el derecho a decidir hace sumamente subversiva su propuesta ya que ellas no renuncian a nada y lo quieren todo: la libertad para escoger, para opinar, para decidir en un estamento que nunca ha escuchado la voz de las mujeres, sino es para callarlas y sujetarlas a roles decadentes.
Este situarse en un territorio de confrontaciones las convierte en sujetos que inciden políticamente en las transformaciones sociales y que viven su quehacer político ligado a su sentir religioso, lo que, en países como los nuestros, se convierte en un gran desafío.
Ellas reafirman el derecho de las mujeres a la autonomía y al control sobre su propio cuerpo y la vivencia placentera de su sexualidad sin ninguna distinción de clase, raza, etnia, credo, edad y orientación sexual. Ven la necesidad de un Estado laico como requisito primordial para ejercer una verdadera ciudadanía. Abogan por el aborto legal y seguro por ser un problema de justicia social y ejercicio de democracia visto como un tema de derechos humanos y vinculado estrechamente con la mortalidad materna. Además, rechazan todo tipo de fundamentalismos, principalmente el religioso, que impone, en nombre de Dios, “leyes” que violan los derechos de las mujeres.
Es importante resaltar algunas de las opiniones vertidas en el seminario como la que plantea que el derecho a la sexualidad no puede restringirse, por lo cual es necesario tomar distancia de lo normativo, a la vez que se debe elaborar un discurso que sea transgresor y que dé lugar a una lectura distinta y a nuevas interpretaciones sobre la autonomía del cuerpo y del derecho de las mujeres a decidir, cuestionando el porqué solo lo razonable y lo institucional debe permitirse y aceptarse, por lo cual hacen un llamado a no medicalizar la sexualidad, y más bien, cuestionar los discursos políticos y las estrategias públicas.
Otro punto importante tocado en el Seminario fue que no solo es necesario confrontar a la jerarquía formal de la Iglesia, sino que es fundamental luchar contra:
- Grupos religiosos conservadores, como el Opus Dei, al que pertenece más de la mitad del obispado peruano, que tiene su núcleo en Lima (centro del OD en América Latina), una financiación y una burocracia formal con la cual pueden realizar una gran cantidad de actividades en pro de poblaciones vulnerables.
- ONG conservadoras como ALAFA (Alianza Latinoamericana para la Familia), PRI (Population Research Institute), CEPROFARENA (Centro de promoción familiar y regulación natural de la natalidad)
- Grupos religiosos laicos conservadores como el Sodalicio de la vida cristiana, con 44000 miembros formales, en los que se encuentran abogados, ingenieros, educadores, artistas, amas de casa sodálites, etc.
- Grupos herméticos como el grupo católico ultraconservador TFP (Tradición, Familia y Propiedad), los Caballeros de Colón, los Caballeros de Malta, la Fraternidad de Santo Tomás de Aquino, etc.
Son muchos, muy variados y están por todos lados; todos ellos insertados en la vida cotidiana de la nación, actuando indistintamente entre nosotros, lo que vuelve el alcance de su discurso verdaderamente inimaginable ya que cuentan con un gran poder económico para financiar sus fundamentalismos y reforzarlos en el imaginario nacional.
Lo que demuestra que el discurso religioso ha cambiado, o mejor dicho ha girado: antes, se contemplaba la tradición, la familia, lo heterosexual, lo sagrado, lo normal, lo clásico, el gran mandato de Dios, la salvación de las almas, el rechazo sistemático a la ciencia; ahora, existe la implicancia de lo sagrado, pero ya no es teológico sino político (estructural), es decir, utilizar estructuras formales de la política para discriminar, para mantener el racismo y la homofobia; se incorpora el discurso científico médico, pero sobre todo el discurso formal político democrático.
¿Cuál es el derecho que dicen defender? El derecho a la vida, es decir, pro vida (lo que abona el terreno para ubicarnos en el campo contrario y crear un imaginario que sitúa a todos aquellos que luchan por los derechos reproductivos y sexuales en el lado de la muerte, es decir, pro muerte).
La estructura política discursiva adoptada al discurso de la vida y al control de estructuras de la vida, nos sitúa en el marco de la biopolítica, el cambio del control de la gente mediante la punición, el castigo, la tortura y la muerte al control sobre la producción y reproducción de la vida, al dominio sobre la economía de los cuerpos.
Este control sobre la vida no solo se queda en el discurso, sino que se convierte en praxis. Se ve a la vida como un campo de batalla analítico, pero ¿de qué tipo de vida estamos hablando? De una vida sagrada, radical, total que no nos pertenece, esta vida existe en un cuerpo que no puede tomar decisiones, de aquí que no es Dios, no es la religión, no es la teología, ni es la moral, es la política la que decide sobre ese cuerpo y esa vida.

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